7 de noviembre de 2020

Naufragio, deserción y paso

Patagones
En estos tiempos de cuarentena seguimos navegando con Magallanes y Elcano y continuamos ambientando históricamente el proyecto musical de Gaudia Música llamado "Música en tiempos de F. Magallanes y J. Sebastián Elcano". Retomamos la narración del viaje allí donde dejamos a nuestros héroes, en la bahía de San Julián (Argentina) al refugio del invierno Antártico.

Recordemos que nada más llegar a esta bahía Magallanes había tenido que lidiar con un motín que había encabezado sus capitanes (picha AQUÍ para leer sobre esto). Por ello durante la invernada a la espera de mejor tiempo (en el hemisferio sur la primavera no llega hasta el mes de octubre), Magallanes entretiene a sus marineros con diversas tareas para que se encuentren siempre ocupados. 

Un día la monotonía de la invernada es rota al aparecer un extraño ser dando botes en la playa. Pigafetta lo describe como "un hombre tan grande que nuestra cabeza apenas llegaba a la cintura". El hombre iba vestido con pieles y tenia grandes pies así que los bautizaron como patones (de pies grandes) y de ahí viene el nombre actual de la Patagonia. Se piensa que Pigafetta exageraba con la altura de los Patagones ya que podían llegar a medir 2 metros, ciertamente eran altos ya que la media de los hombres europeos de la época era muy baja pero no tanto como para llegar solo a la cintura de un Patagón. Poco a poco se entabló amistad con los Patagones, se hizo intercambio con ellos y se llegó a capturar a dos de ellos para llevarlos a Europa, si bien murieron en la posterior travesía.

Juicio contra los sublevados
En mayo, a pesar de encontrarse todavía en invierno, Magallanes mandó que la carabela Santiago siguiese realizando la inspección de la costa dirección sur buscando el ansiado paso hacia la especiaría ya que suponía que no se encontraba muy lejos. Desgraciadamente a la carabela le sorprendió una tormenta y naufragó en la bahía de Santa Cruz perdiéndose su carga pero salvándose toda la tripulación. Dos marineros tuvieron que recorrer unos 120 kilómetros a pie por terreno inhóspito para dar aviso a Magallanes de su naufragio y para que sus compañeros fuesen rescatados. Tras unos meses en la bahía de Santa Cruz recuperando lo que las mareas traían de lo que fue la carabela, el 18 de octubre Magallanes dio la orden de zarpar y seguir con la búsqueda del paso. Antes de esto había cumplido la sentencia dejado en la bahía de San Julián abandonado a su suerte (y condenado a una muerte segura) a los amotinados Juan de Cartagena y al clérigo de la Reina que les amenazó con el fuego del infierno. Nunca se supo más de ellos.

Las cuatro naves navegaron durante una semana hasta que se abrió una pequeña bahía frente a ellos junto al cabo que bautizaron como de las Once mil Vírgenes ya que, como venía siendo costumbre, se nombraban los accidentes geográficos según el santoral, siendo el 21 de octubre la celebración de Santa Úrsula y las once mil Vírgenes. Ordenó entonces Magallanes que se adelantaran la nao San Antonio y Concepción para investigar esa bahía desatándose esa noche una fuerte tormenta. Tras dos días de espera y viendo que no volvían, Magallanes estaba pensado que había perdido las dos naves cuando oyó cañonazos y vio venir navegando a toda vela a las dos naos que anunciaban que tras esa bahía había un paso que daba a otra bahía y luego otra.

Reunió Magallanes entonces a todos los capitanes para preguntarles por su parecer sobre si regresar a España o internarse en el paso teniendo en cuenta las previsiones que quedaban. Por primera vez en toda la expedición Magallanes pregunta al resto su opinión quizás para limar asperezas y evitar otro motín. Decidieron seguir adelante hasta confirmar que ese era el estrecho buscado sin embargo no todos eran de esa opinión.

Adentrándose en el estrecho llegaron hasta una bifurcación separándose la armada para el reconocimiento de los pasos que se les abrían adelante. La nao San Antonio se separó del resto de barcos de la expedición y aprovechando la noche el piloto Esteban Gómez se amotinó nuevamente con la tripulación, encarcelaron al capitán y emprendieron el regreso a España. En su retorno intentaron rescatar a Juan de Cartagena (abandonado en San Julián) pero no hallaron ninguna pista sobre su paradero.

Mientras tanto Magallanes dio por perdida la nao San Antonio tras buscarla durante días, aunque sospechaba que hubiesen vuelto a España. De todas formas, dejó en las colinas cercanas unas enormes cruces con mensajes que indicaban el camino que tomaba la expedición por si los encontraban los marineros de la nao desparecida. Siguió la expedición por el paso que bautizaron como el estrecho de Todos los Santos (hoy día se conoce como estrecho de Magallanes), sin ver persona ninguna aunque al anochecer se veían cantidad de fuegos que hacían los habitantes de la zona y que acabó dando nombre a esta zona como Tierra de Fuego.

El 27 de noviembre la expedición llegó al otro extremo del paso desembocando a mar abierto cerca del cabo que nombraron El Deseado. Había recorrido 500 kilómetros de estrecho y habían alcanzado uno de los grandes objetivos de la expedición.



Hasta aquí llegamos por hoy con la narración del viaje. Os dejamos con "Durme durme" una obra que fue presentada hace unos meses y que está incluida en nuestro programa "Música en tiempos de F. Magallanes y J. Sebastián Elcano".

La obra "Durme durme" es una canción de cuna que canta a su hijo una madre judía que escapó de España y se refugió en el Imperio Otomano tras la expulsión de los judíos. Está compuesta en ladino (conocido también como judeoespañol) un idioma propio de las comunidades judías sefardíes. La versión que interpretamos a continuación es un arreglo del siglo XX de Audrey Snyder que, si bien mantiene el idioma ladino en su letra, las estrofas se encuentran muy reducidas. La grabación corresponde al concierto ofrecido en Mayo de 2019 en la iglesia de Santa Catalina en Guriezo (Cantabria).



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