9 de mayo de 2020

El motín

En estos tiempos de cuarentena seguimos navegando con Magallanes y Elcano y continuamos ambientando históricamente el nuevo proyecto musical de Gaudia Música llamado "Música en tiempos de F. Magallanes y J. Sebastián Elcano".

Como podéis comprobar en esta serie vamos narrando los hechos que sucedieron en la expedición de Magallanaes y Elcano según se van cumpliendo los 500 años de esos mismos hechos desde que comenzó el viaje en verano del 1519 y acabando en septiembre de 1521.

Dejamos en nuestra anterior entrega la Armada de la Especiería anclada en la bahía de San Julián actual Argentina). Eran finales de marzo y el invierno austral se acercaba (recordemos que en el hemisferio sur el invierno son los meses de mayo, junio julio...). Esto suponía que la flota estaría paralizada al menos tres meses en un sitio inhóspito y cercano a la Antártida. Aunque a Magallanes le pareció óptima la bahía para realiza la invernada la decisión la tomó en contra de la opinión de toda su tripulación que prefería pasar el inviernos en una zona más al norte y no tan fría. 

Como ya vimos anteriormente, los ánimos venían caldeados en la Armada de la Especiería debido a las decisiones unilaterales de Magallanes que había encarcelado incluso al veedor del Rey, Juan de Cartagena. El claro favoritismo de Magallanes hacia la tripulación portuguesa frente a los castellanos no calmaban las ansias de sublevación. Además las provisiones se agotaban, los días se hacían más cortos y los hombres tenían frío y se tuvo que reducir las raciones de comida. Los capitanes y oficiales de la expedición acordaron hacer un requerimiento a Magallanes para volver a zonas más cálidas a pasar el invierno, requerimiento que por supuesto Magallanes desoyó.

Tras echar ancla en la bahía de San Julián e informar que se quedan allí, Magallanes ordena montar un altar en tierra firme y avisa a los capitanes que el día siguiente 1 de abril, domingo de ramos, se celebrará una misa y a continuación una comida de oficiales. A la misa acuden algunos capitanes como Álvaro de Mezquita, Mendoza y el contador de la flota Antonio de Coca pero para la comida todos se excusan (excepto Mezquita), aducen "estar dolientes" y cansados. Vamos que dejan plantado a Magallanes, el descontento es muy grande.

En la madrugada del 2 de abril un esquife con 30 hombres se acercan a la nao San Antonio, a bordo van Gaspar de Quesada (capitán de la Concepción) y Juan de Cartagena que estaba preso a su cargo. Se apoderan de la nao, que en ese momento no tenía turno de vigilancia, y ponen los grilletes a su capitán (Álvaro de Mezquita) y a todo portugués a bordo. Durante el abordaje se produce una pelea, hay sangre, y el maestre del barco Juan de Elorriga muere. Con los amotinados también se encuentra el contador de la flota Antonio de Coca y Juan Sebastián Elcano. La Victoria también se rebela con su capitán Luis de Mendoza a la cabeza. La sublevación ya es una declaración abierta contra Magallanes. 

De esta forma, Cartagena, Quesada y Mendoza se apoderaron tres de las cinco naos de la escuadra, y presentan sus exigencias a Magallanes, que solo controlaba la Santiago y su nao, la Trinidad. Los capitanes amotinados pretenden regresar a España por considerar que la expedición había fracasado, al no haber encontrado hasta entonces el paso al mar del Sur. Los amotinados enviaron un bote a la Trinidad con un mensaje para Magallanes pidiendo negociar. Magallanes retuvo esta embarcación y envió a Gonzalo Gómez de Espinosa, su alguacil, al mando de cinco o seis hombres armados secretamente, a la Victoria con una carta para Luis de Mendoza. Mientras Mendoza lee el mensaje de Magallanes, Espinosa y otro de sus hombres lo matan por sorpresa. Mientras tanto otro bote, también enviado por Magallanes, con Duarte Barbosa y quince hombres armados aborda la nao tomando el control de la misma sin resistencia por parte la tripulación. 

Al día siguiente la dos naves que quedaban en poder de los amotinados intentan hacerse a la mar pero son bloqueadas por Magallanes, que había situado sus naves a la salida de la bahía San Julián. La San Antonio se rinde tras un breve combate con la Trinidad, después lo hace la Concepción sin resistencia.

Desarticulado el motín Magallanes procede a reprimir la insurrección sin que le tiemble el pulso. Somete a juicio a los rebeldes y condena a 44 de ellos. Manda decapitar a Quesada (capitán de la Concepción) y su cadáver es descuartizado. Mismo fin tiene el cadáver del otro cabecilla, Mendoza (capitán de la Victoria), el cual había muerto durante la revuelta. Sus cuerpos descuartizados, siguiendo la tradición, los colocan en diferentes estacas con el letrero de traidores.

El tercer cabecilla de la insurrección, Juan de Cartagena, es veedor del Rey y Magallanes no se atreve a condenarlo a muerte. Por ello su castigo consiste en abandonarlo en aquellas tierras, junto con el clérigo Pedro Sánchez de la Reina, a una muerte casi segura.

Los restantes 40 condenados les perdonó la vida ya que eran necesarios para la expedición, aunque les degradó en sus puestos. Juan Sebastian Elcano salvó su vida a pesar que llegó a ser el segundo en el mando de la amotinada nao San Antonio y que incluso mandó hacer fuego contra Magallanes.

Los cabecillas no tuvieron en cuenta que Magallanes era más guerrero que marino. Había participado en batallas sangrientas en India, Malaca y Marruecos. Magallanes ha visto la muerte, ha convivido con ella. No se amedrentó. Para él era la gloria o la muerte. Lo cierto es que venció.



Dejemos por aquí la narración del viaje. Dentro de unos meses publicaremos la siguiente entrega, en la que se recoge ya un importante acontecimiento en esta primera vuelta al mundo. Os dejamos con una obra que casi no hace falta presentación. Se trata de "Popule meus" y está incluida en nuestro programa "Música en tiempos de F. Magallanes y J. Sebastián Elcano". La interpretamos en esta parte del concierto ya que en la canción se narra también una traición. En este caso es a Jesucristo el cual se lamenta Pueblo mío ¿qué te hecho?.







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