22 de abril de 2016

Federico García Lorca (I)

Desde a la celebración de las bodas de plata, hace ya 4 años, hemos venido recopilando toda la información posible sobre la trayectoria de la escolanía y el coro. Tras esta recopilación se realizó una exposición en los bajos del ayuntamiento que duró varios días. Pero, como era muy grande la cantidad de información que tenemos, no pudimos exponer todo lo que hubiésemos deseado, así que tras la exhibición y los actos que realizamos para celebrar el 25 aniversario, empezó en este blog una sección llamada Nuestros 25 años. En esta sección estamos deteniéndonos año a año sobre los acontecimientos del coro y publicando toda la información que tenemos sobre los conciertos, viajes, óperas, grabaciones... Poco a poco hemos ido avanzando en el tiempo y nos encontramos ya escribiendo la entrada sobre el año 94.

Hoy vamos a realizar un pequeño salto en el tiempo y nos vamos a trasladar hasta el año 98. En el verano del 98 la Escolanía de Guriezo realizaba una gira por Portugal, Extremadura y Andalucía, cantando en lugares como la Concatedral de Mérida, Lisboa, Rota (Cádiz) y visitando escenarios como la Exposición mundial de Lisboa, el anfiteatro de Mérida, la Ciudad Monumental de Cáceres...

Durante esta gira se cantaron obras propias de la tierruca, Salutación a la Montaña, A la orilluca del Ebro, Ven a la romería... y piezas de las tierras que visitábamos. Pues bien, debido a que íbamos a visitar Andalucía se prepararon varias canciones de Federico García Lorca (sí, además de poeta era músico) que se basaban en el cancionero popular español. Debido a que en este año se cumple el 80 aniversario del asesinato de Lorca, vamos a realizar un pequeño homenaje sacando a la luz esas canciones que cantamos durante esta gira desgranando poco a poco en cada sección su historia.

(Escrito de Pedro Vaquero)

Federico García Lorca
Federico García Lorca había nacido en 1989, en Fuente Vaqueros, un pueblo de la fértil vega granadina del río Genil. Toda su obra literaria estará impregnada por la cultura popular del mundo rural en que se crió y, muy particularmente, por la música tradicional. A través de lo escrito por su hermano Francisco, se aprecia un proceso en el que se distinguen tres etapas bien distintas en cuanto a la influencia de la música en la formación humana e intelectual de Federico García Lorca.

En la primera hay una clara asimilación de elementos musicales y poéticos tradicionales, sobre todo a través de las canciones y juegos infantiles. Es la época de la niñez, vivida en un medio rural y en un ambiente familiar en que la música, tanto la popular como la culta, tiene una presencia notable. En su familia paterna, los García, había habido varios músicos aficionados. Su madre era gran amante de la música clásica e inculcó esta inclinación a todos sus hijos. “Mi infancia es aprender letras y canciones con mi madre, ser un niño rico en el pueblo, un mandón”, recordaría años después el propio Federico. En la casa de los García Lorca, el gramófono sonaba cotidianamente. El tío Luis García tocaba el piano, y la familia llegó a representar una zarzuela en casa. Federico, con nueve años, hizo uno de los papeles. No obstante, lo más genuinamente popular y de más decisiva influencia en toda su obra, le llegaría según él mismo se encargaría de recordar en múltiples ocasiones, a través de sirvientes, criadas y convecinos de Fuente Vaqueros. Muy claro fue el poeta al respecto cuando, refiriéndose a la tristeza y melancolía de las nanas españolas, dijo “son las pobres mujeres las que dan a los hijos este pan melancólico y son ellas las que lo llevan a las casas ricas. El niño rico tiene la nana de la mujer pobre, que le da el mismo tiempo, en su cándida leche silvestre, la médula del país”.

Manuel de Falla
Viene después una segunda etapa, ya de adolescencia, en que las influencias de la música popular dan paso a las de la música culta. La familia se ha trasladado a Granada y todos los hermanos estudian música y piano sistemáticamente, con profesores. De ellos, Antonio Segura ejercerá gran influencia sobre Federico y, vistas las aptitudes musicales del joven, recomienda a sus padres que sea enviado a París para ampliar estudios. La muerte del músico en 1917, terminó por enfriar el asunto; de lo contrario, Federico podría haber iniciado una carrera musical que a saber si no le hubiera apartado definitivamente de la literatura. Su hermano Francisco ha dicho que, en esta época, la vocación musical de Federico estaba muy por encima de la literaria, y que su acercamiento a la música culta también le había alejado notablemente de la popular. Es el momento del descubrimiento de Beethoven, Mozart o Schumann, primero y, posteriormente, del nacionalismo y el impresionismo musical, con Glinka o Debussy, lo que le devolverá el interés definitivo por el folklore musical. Llegamos así a la última y decisiva etapa, marcada por la relación con Manuel de Falla. Establecido en Granada desde el año 1920, don Manuel no tardará en convertirse en ídolo y maestro del joven García Lorca: “Falla es un santo...Un místico...Yo no venero a nadie como a Falla...” Manuel de Falla es el nexo entre la música culta y la popular para García Lorca. En 1922, ambos organizan en Granada el Concurso del Cante Jondo, de amplias repercusiones. El acercamiento al nacionalismo musical en general y a la obra de Falla en particular, tan profundamente enraizada en la música popular española, así como la obra de Felipe Pedrell, al que también reconoce como maestro, marcan la definitiva actitud de García Lorca frente a la música. Lo popular vuelve a centrar su atención y tendrá influencia decisiva tanto en su creación literaria como musical.

Llegada la madurez creadora, es claro que está muy lejos de contar con la preparación idónea en el terreno musical y que, por tanto, éste ya no será el objeto primordial de su arte, pero el folklore musical español será un complemento fundamental de sus creaciones literarias. A partir de ahora, con la perspectiva de un buen conocimiento de la música culta y de los rudimentos de la técnica y de la teoría musical, la música popular cobra un valor que antes no había tenido. Renacen los recuerdos del entorno popular granadino y recoge directamente de la tradición oral canciones y romances, pero también estudia todo lo que encuentra publicado sobre folklore. El Cancionero popular español, de Felipe Pedrell; el Cancionero de Salamanca, de Dámaso Ledesma; el Cancionero de Burgos, de Federico Olmeda; el Cancionero de Asturias, de Eduardo Martínez Torner, el Cancionero Andaluz, de Eduardo Ocón; el Cancionero de Palacio, o el de Upsala no tendrán secreto para García Lorca. A ello une la experiencia madrileña de la Residencia de Estudiantes, el trato directo con residentes de distintas zonas de España que, en un ambiente en que lo popular se tiene en muy alta estima, no deja de aportarle nuevos conocimientos sobre cantos tradicionales de procedencia diversa. Esto, unido a una memoria prodigiosa, convierte a García Lorca en un verdadero archivo de canciones populares de toda España, lo que será uno de los fundamentos de su arte creativo y de su personalidad arrolladora, tan profusamente evocada por quienes tuvieron el privilegio de su trato. De ellos, Angel del Río, fue singularmente elocuente en textos como los siguientes: “La espontaneidad de su gracia y de su simpatía, la diversidad alegre de dotes, prodigadas entre círculos de amigos cada vez mayores, crea a su alrededor la leyenda del artista juglaresco(...) Entretanto se afirma el fondo básico de su arte en una captación especial del rico sentido poético que existe en la tradición (...). “Su instinto artístico encuentra esa sustancia soterraña de lo español donde quiera que se encuentre: en los cantos del pueblo, en el teatro clásico o en la obra de un poeta moderno como Antonio Machado(...). “Tradición popular, tradición literaria y arte personal se confunden en un lirismo de simplicidad y belleza perfectas, comparable sólo al de los mejores clásicos como Gil Vicente o Lope”.

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En 1931, Federico graba junto a Encarnación López "La Argentinita" varios discos gramofónicos de pizarra de 25 cm. y 78 rpm. que contenían una canción en cada cara. El éxito de estas grabaciones, realizadas por la discográfica La Voz de su Amo, fue inmediato y desde entonces estas canciones son obras claves del cancionero tradicional. La Argentinita puso la voz, el zapateado y las castañuelas y Federico la acompaña al piano. Hoy os presentamos una de esas obra, Las tres hojas, interpretada por la Escolanía de Guriezo.



Letra:
Debajo de la hoja 
De la verbena, 
Tengo a mi amante malo, 
¡Jesús, qué pena!

Debajo de la hoja 
De la lechuga, 
Tengo a mi amante malo 
Con calentura. 

Debajo de la hoja 
Del perejil 
Tengo a mi amante malo, 
No puedo ir.


El vídeo fue grabado el 13 de agosto de 1998 en Rota, Cádiz. Dada la tecnología de la época y los medios de los que se disponían, la resolución en la grabación no resulta buena. Lo sentimos. En esta obra participan unos jovencísimos músicos como son Daniel Álvarez y José Ramón Rioz Fernández (al violín y el violonchelo respectivamente) junto a una esplendida Escolanía de Guriezo, todos ellos bajo la batuta del incombustible José Ramón Rioz.

Esperemos que os guste y que a los antiguos coralistas os haga revivir los buenos momentos vividos. Dentro de unas semanas publicaremos la siguiente entrada sobre Lorca.




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