2 de febrero de 2016

Compositores ilustres (XXIV): Franz Schubert


Hace meses que no publicamos ninguna entrada sobre Compositores Ilustres, así que hoy vamos a saldar esta deuda. Hoy traemos uno de los grandes compositores del romanticismo, Franz Schubert.

A Beethoven se le considera el último músico del periodo Clásico y al mismo tiempo el primero de la época Romántica ya que su estilo evoluciona desde los cánones más clásicos hacia los de la era romántica que comenzaron a imperar en Europa a principios del siglo XIX.

El estilo Romántico comprende una manera de entender la música y en extensión de todo el arte: originalidad, expresión, sensibilidad, sentimiento apasionado y vigoroso, movimiento, emoción, virtuosismo y búsqueda de la inspiración en la naturaleza son algunos de los preceptos más recurrentes dentro de este período artístico.

Beethoven fue uno de los grandes compositores que inició esta corriente y cuya música sería de gran interés e influencia para otros compositores posteriores. Franz Schubert fue precisamente uno de esos músicos del nuevo siglo XIX que se vio “tocado” por la música del extraordinario músico alemán y cuya obra también permanecería entre la época clásica y la romántica.

Schubert nació en Viena en 1797. Fue el duodécimo hijo de catorce hermanos aunque diez de ellos fallecieron al momento de nacer. Otro de los hermanos también murió prematuramente y el último hermano produjo la muerte de su madre cuando Franz solo contaba quince años. Su padre, maestro de escuela pero con formación musical, le enseñó la práctica del violín mientras que su hermano mayor le instruía en el piano. 

Viena
Por su gran voz pasó a formar parte del coro de la Capilla Imperial de Viena y pronto comenzaría con sus primeras composiciones. Durante esta época recibiría formación de Antonio Salieri.

A pesar del talento que comenzaba a demostrar el joven músico, su cambio de su voz produjo el abandono en la coral vienesa. Schubert se forma en Pedagogía con el fin de trabajar junto con su padre. Schubert nunca manifestaría gran interés por este trabajo. La música seguía siendo para él su gran pasión y vocación, campo en el que siguió componiendo nuevas obras como sus famosos lied.

El lied era una forma musical breve interpretada habitualmente por solista vocal y piano y que tomaba la letra de poemas casi siempre alemanes. Aunque otros muchos compositores también trabajaron esta forma, fue Schubert el primer gran representante romántico en cultivarlo. Se considera este género el precursor de la canción moderna.

La Bella Molinera
Su padre le recomienda continuar trabajando como maestro pero Schubert se niega lo cual conduce al enfrentamiento entre ambos, el abandono de Franz de la casa natal y el abandono de la escuela. Schubert se refugia entonces en casas de amigos mientras trata de ganarse la vida como músico, pero no consigue gran éxito; la música para teatro y las óperas que escribe en esta época no destacan especialmente en su repertorio. Durante toda su vida, de hecho, su música no alcanzó el reconocimiento que hoy tiene, lo cual le produjo frecuentes dificultades económicas. Como ejemplo de sus penurias económicas baste decir que tras su muerte su patrimonio fue tasado en 63 gulden (moneda antigua austríaca) mientras que sus deudas alcanzaron los 1000. 

A diferencia de sus óperas, los lieder schuberianos tenían una gran calidad por lo que eran muy bien acogidos por el público vienés. Su gran interés por este género le llevó a componer 600 lieder durante su vida y 150 entre 1815 y 1816. Estas pequeñas piezas líricas eran interpretadas por él mismo junto con otros artistas en pequeñas fiestas nocturnas y bohemias que organizaba con sus amigos. Estos conciertos privados han venido a llamarse “schubertiadas”. Los más famosos son: La Bella Molinera, Viaje de Invierno, El Caminante, La Trucha, La Muerte y la Doncella o el célebre Ave María

Cementerio Central de Viena. Tumbas de Beethoven (izq.) y
Schubert (der.). En el centro memorial a Mozart.
En 1824 Schubert se siente enfermo por primera vez. Cuatro años más tarde, con sólo treinta y un años, fallecería a causa de unas fiebres tifoideas y el avance de algunas enfermedades sexuales contraídas en los últimos años. A pesar de su corta vida, su obra la componen más de mil obras: lied, sinfonías, sonatas para piano, misas, cuartetos para cuerda, conciertos, ópera, música coral… 

Lamentablemente, fue tras su prematura muerte cuando parte de su música comenzó a publicarse y a difundirse más allá de los círculos cercanos al compositor que hasta ese momento habían disfrutado de su música. Tal es el caso de su producción musical instrumental perteneciente a su última etapa de la vida, obras en donde la calidad del músico austríaco alcanzó su máximo exponente. 

Una de sus piezas más interpretadas es la Sinfonía Inacabada que, como su propio nombre indica, sólo se conservan sus dos primeros movimientos y algunos breves esquemas del tercero. El motivo de su estado incompleto es desconocido: muchos biógrafos consideran que Franz Schubert pudo padecer trastorno bipolar, lo cual le induciría a dejar incompletas esta y otras muchas obras sin una razón aparente. Otros señalan que Schubert sí escribió el último movimiento pero su legajo se ha perdido. También existen musicólogos que indican que el tercer movimiento de esta sinfonía corresponde a otras obras escritas por el compositor austríaco. Sea como fuere, lo cierto es que Schubert creó dos movimientos dignos del mismo Beethoven. Con ella nos despedimos.





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