Con esta nueva entrada de compositores ilustres queremos introducirnos en un nuevo período artístico que comenzó a abrirse paso en Europa a principios del siglo XV y que alcanzaría hasta finales del siguiente. Hablamos, como es natural, del Renacimiento, en donde surgieron nuevas corrientes de pensamiento artístico y filosófico que se plasmaron en el campo de la música y que posibilitaron el auge de numerosas escuelas y autores. Estas nuevas corrientes se basaban en un renacer (de ahí el nombre de Renacimiento) del hombre (Humanismo) y de la cultura clásica, esto es, Grecia y Roma, culturas admiradas por los pensadores de la época.
Desde un punto de vista musical, se diferencian dos grandes etapas desarrolladas a lo largo de estos dos siglos. La primera de ellas es la aparición de un nuevo estilo compositivo situado en la zona de Bélgica, Países Bajos y el norte de Francia. Esta primera escuela Franco-flamenca fue asentando los primeros rasgos de la música renacentista que más tarde se desarrollarían por el resto de Europa. Algunos de los músicos más importantes pertenecientes a esta escuela fueron O. di Lasso, J. des Prez, J. Ockeghem o J. Mouton, entre otros.
La segunda etapa surge cuando los compositores franco flamencos se extienden por el resto de Europa, llevando su estilo a diversas regiones. De este modo, cada lugar asimiló esta nueva concepción musical pero con las particularidades de cada zona dando lugar a lo que se conocen como la escuelas europeas renacentistas.
John Dowland famoso compositor y virtuoso laudista. |
A grandes rasgos, en cada país existía una o dos escuelas distintas formada por compositores que plasmaban su concepción de la música renacentista. En la escuela inglesa, por ejemplo, destacaron autores como J. Dowland, T. Morley, T. Tallis o W. Byrd, discípulo del anterior y conocido como “el Palestrina inglés”. Estos músicos cultivaron el madrigal inglés, de gran éxito entre la nobleza de la época y otras obras instrumentales para laud o clave.
Otra importante escuela europea fue la alemana, con grandes autores como M. Praetorious, J. Eccard o L. Hassler. La religión protestante fue la que vertebró el desarrollo de la música alemana en todo momento. Se utilizó la música con fines didácticos y morales, las letras se escribían en alemán (en lugar del latín) y las melodías eran a una voz, sencillas y populares (en lugar del gregoriano de la iglesia católica), aunque posteriormente se fueron armonizando hasta a tres y cuatro voces. Este nuevo concepto musical fue denominado coral y sería desarrollado con mayor interés durante el barroco.
Si en Alemania fueron las corales, en la escuela francesa destacaron las chansons, obras de carácter amoroso la mayoría de las veces, aunque también trataran temas políticos o sociales. Algunos de los compositores franceses más relevantes fueron C. Janequin o P. Attaignant.
Mapa de Europa que muestra a grandes rasgos la distribución de los imperios europeos en el siglo XV. |
En Italia se formaron dos escuelas: la romana y la veneciana (debemos recordar que Italia aún no había sido unificada) que llegaron a ser el centro de la actividad musical europea y que cultivarían, dentro de la música profana, nuevos estilos como el madrigal o la frottola. Venecia, por un lado, se había convertido en un centro musical de referencia en toda Europa en donde se exhibía la música de sus compositores C. Monteverdi, G. Grabieli o su sobrino A. Gabrieli como una manifestación del poder del Estado y de la Iglesia. En su célebre Basílica de San Marcos, se custodiaban tres cargos musicales de gran importancia en la época como eran la del maestro de coro y la de dos organistas, quienes eran seleccionados a través de rigurosas pruebas. Por estos cargos pasaron músicos de gran relevancia y renombre.
G. P. da Palestrina |
La escuela romana, por su parte, estaba formada por una serie de músicos entre los que destacaba G. P. da Palestrina y otros muchos autores que viajaron a Roma para estudiar y profundizar sus conocimientos musicales. Esta escuela estuvo claramente marcada por el carácter de la contrarreforma realizada en el Concilio de Trento. Estos autores tuvieron que plasmar en su música lo que la Iglesia creía que debía ser la música sacra: letra inteligible y melodías sencillas. Para ello, se prohibió el contrapunto en los textos largos como el Credo o el Gloria y se permitió en los breves como el Kryie o el Sanctus. Como veremos más adelante en otras entradas, algunos autores romanos no estuvieron de acuerdo con algunas de estas medidas y trataron de demostrar que sí se podía componer con contrapunto y que la letra fuera inteligible al mismo tiempo.
Finalmente, en España también se formaron varias escuelas de gran calidad. En primer lugar, la escuela castellana, con autores como T. L. de Victoria, J. de Escribano o B. de Escobedo; la escuela andaluza con autores como C. de Morales o F. Guerrero; y otras escuelas de menor relevancia como la valenciana con J. G. Pérez como máximo exponente. Dentro de la música profana, el romance, el villancico (no con la connotación navideña actual) o la ensalada (denominada así porque en una misma obra aparecían distintos temas e idiomas) fueron estilos que experimentaron autores como J. del Enzina, J, Vázquez o M. Flecha el Viejo.
Aprovechamos para anunciar que el próximo concierto de verano que Gaudia Musica interpretará en Guriezo el sábado día 17 a las 20:30 h., versará sobre todas estas escuelas europeas. El programa del concierto, por tanto, incluirá una o dos piezas de cada una de las escuelas que hemos nombrado más arriba. Ciertamente, será una oportunidad única para poder apreciar las diferencias y semejanzas musicales existentes entre los países europeos de este periodo.
La teoría ya está escrita, la práctica la daremos el sábado 17, ¿acaso os lo vais a perder?
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