Hoy traemos a estas líneas el que quizá fuera el máximo exponente de la escuela inglesa durante el Renacimiento, William Byrd. Su influencia en la música de esta época, tanto dentro como fuera de Gran Bretaña, le convierten en un músico realmente importante. Otros autores de la misma escuela como T. Morley, J. Dowland o T. Tallis, obtuvieron igualmente gran renombre. Éste último fue el mentor de Byrd con quien compartiría el cargo de organista en la capilla real inglesa desde el año 1572.
Tres años más tarde, la reina de Ingleterra Isabel I, concedió a ambos músicos (tanto a Byrd como a Tallis) el privilegio de la impresión y venta de partituras en toda Inglaterra. Este hecho supuso el monopolio de este comercio, lo que les aportó grandes cantidades de dinero. Byrd heredó la imprenta tras la muerte de su maestro y continuó con dicha ocupación permitiéndole editar la mayor parte de su obra musical.
Misas, motetes, madrigales ingleses… la obra de Byrd pronto se extendió por Inglaterra y por el resto de Europa. Avanzó considerablemente en la complejidad técnica y armónica de las obras, especialmente, aquellas dedicadas a ser interpretadas en teclado. Su música llegó a ser tan apreciada que algunas piezas fueron traducidas del latín al inglés para ser incluidas en el culto anglicano. Incluso él, a pesar de ser católico, escribió obras para esta religión.
Isabel I de Inglaterra |
Y fue precisamente su confesión católica la que le trajo tantos problemas a lo largo de su vida. Él, al igual que su mujer, fueron acusados de recusación (delito cometido por aquellos súbditos de la corona que no seguían la religión anglicana), lo que le obligó a pagar grandes sumas de dinero en forma de multas. Más tarde, también sería acusado de colaborar en el complot católico que trató de asesinar a la reina Isabel I para sustituirla por María Estuardo.
Byrd se propuso componer diferente música religiosa en función del tiempo litúrgico así como para las principales fiestas de la iglesia católica. Para ello, escribió numerosas misas que muy probablemente permanecieron escondidas durante algún tiempo dada la gravedad de este delito en esta época.
W. Byrd murió a los ochenta años de edad, con abundante dinero y con un reconocido prestigio y reconocimiento en su país. Su contribución musical asciende hasta las 470 obras, todas ellas de gran calidad que le permitieron ponerse a la altura de grandes compositores romanos como Palestrina, de quien hablaremos en la siguiente entrada de Compositores Ilustres.
¡Buena semana!
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