10 de agosto de 2019

Partida de Sanlúcar: un horizonte sin fin


Seguimos ambientando históricamente el nuevo proyecto musical de Gaudia Música llamado "Música en tiempos de F. Magallanes y J. Sebastián Elcano". Hoy presentamos una nueva entrada en la que los integrantes de la expedición parten camino a las islas Molucas.

Un día como hoy de hace 500 años (10 de agosto de 1519) parte de Sevilla poniendo rumbo al oeste una expedición de cinco barcos y doscientos treinta y nueve hombres capitaneados por Fernando Magallanes. Ese día se inició una de las más trepidantes aventuras de la Historia, la travesía de descubrimiento más extensa de la humanidad, un viaje desde tierra firme hacia la inmensidad del océano.

F. Magallanes
Antes de emprender tan arriesgado viaje la tripulación tuvo que prestar juramento. Debido a que Magallanes no podía ser naturalizado castellano tras la prohibición de las Cortes de expedir cartas de naturaleza para los extranjeros, tuvo que jurar también fidelidad a Carlos I. La jura la realizó el mismo día 10 junto a la solemne ceremonia de bendición de las banderas castellanas a izar en los barcos de la flota, momentos antes de la salida de la nao Victoria hacia Sanlúcar de Barrameda.

La ceremonia se llevó a cabo en la iglesia del convento de los mínimos de Santa María de la Victoria, en Triana, Sevilla. Estuvo presente Sancho Martínez de Leyva, asistente de la ciudad, en su condición de representante del rey, acompañado por numerosos miembros del cabildo municipal, los principales funcionarios de la Casa de Contratación, así como cartógrafos, cosmógrafos, pilotos... También los principales responsables de los barcos de la armada expedicionaria. 

El punto de partida fijado fue el muelle de las Muelas, ubicado en las inmediaciones del actual puente de San Telmo. Aquel día parece que no se encontraban ya junto a la Victoria todos los navíos, ya que algunos tuvieron que echarse a la mar con el objeto de acopiar el correspondiente avituallamiento de víveres. Fue el caso de la Trinidad, desplazada hasta la costa malagueña en busca de toneles con pescado. Sin embargo, al ritual comparecieron los capitanes de cada una de ellas.


Magallanes prestó juramento de lealtad al monarca español, en este mismo lugar tras el oficio de la santa misa, besando el estandarte real que había pintado Francisco Villegas. Lo recibió comprometiéndose a gobernar la expedición con fidelidad al rey, Carlos de España. Posteriormente tomó juramento a todos los miembros de las tripulaciones de la flota en la que ejercía como jefe supremo, si bien había recibido instrucciones donde se especificaba una serie de obligaciones que debería cumplir durante el viaje y que serían fuente de serios problemas. Los capitanes y oficiales de la Armada le prometieron obediencia a Magallanes, como principal mandatario de toda la empresa, aunque algunos de ellos incumplieron luego su compromiso.

Sanlúcar de Barrameda
Tras esto, las naos partieron de Sevilla entre salvas de artillería y descendieron el curso del Guadalquivir hasta recalar en el puerto de Sanlúcar de Barrameda, donde fueron avitualladas con aceite, azúcar, arroz, harina, habas, garbanzos, vinagre, alcaparras, mostaza, tocino, galletas, ciruelas pasas, ajos, carne de membrillo, quesos, miel,anchoas, pescado seco, sardinas y otros pertrechos.

Los barcos descendieron por el río mientras sus capitanes acaban de finalizar los últimos trámites de su expedición. Por ejemplo Magallanes despachó los últimos trámites y dictó testamento. Lo había firmado el 24 de agosto en Sevilla, donde también se había casado. Dejaba todas sus posesiones a su hijo Rodrigo, que murió niño, y al niño que llevaba su mujer en el vientre. Lo llamaron Carlos, pero murió a los pocos días de nacer.

Las cinco naves que participaron en la expedición eran naos. Unas embarcaciones más grandes que las carabelas, dotadas de dos mástiles, alguna incluso tres: el palo mayor y el de mesana, además del triquete en la proa y el bauprés en la popa, y que disponían de castillo tanto a proa como a popa.

La capitana era la Trinidad de 110 toneles. No era la más grande pero sí la más airosa, al tener más elevados sus castillos de proa y popa; estaba bajo el mando directo de Magallanes. La embarcación más grande era la San Antonio, de 110 toneles, y estaba mandada por Juan de Cartagena, que había sustituido a Rui Faleiro en la expedición. La Concepción, de 90 toneles, quedaba al mando de Gaspar de Quesada. La Victoria de 85 toneles, quedaba en manos de Luis de Mendoza. Por último el buque más pequeño era la Santiago, de 75 toneles. Este último era posiblemente una carabela cuyo tamaño le permitía navegar por aguas poco profundas. En cada uno de los barcos acompañaban al capitán, un piloto, un maestre y un contramaestre. La atención espiritual de las tripulaciones estaba en manos de dos capellanes, que iban a bordo de la Trinidad y la San Antonio. Los buques eran más pequeños de los que Magallanes hubiese deseado, pero permitían una notable capacidad de carga. En ellos cargaron gran cantidad de provisiones para alimentar durante muchos meses a la tripulación así como gran cantidad de objetos para intercambiar con indígenas de los lugares que iban a tomar tierra como por ejemplo cascabeles, telas, cristales de colores, peines, espejos...

Antonio Pigafetta
Magallanes y algunos de sus capitanes se incorporaron a la flota una vez reunida en Sanlúcar. De allí zarparon el 20 de septiembre de 1519. Con ellos viajaba el italiano Antonio Pigafetta, que había financiado el mismo su pasaje. Pigafetta escribió a su regreso la crónica Primo viaggio in torno al Globo Terracqueo, un relato como testigo presencial de lo acontecido en la primera vuelta al mundo. A él dedicaremos la próxima entrada de esta serie ya que fue un cronista magnífico del viaje. Por ejemplo de los primeros días de la expedición dejó este escrito:

El comandante en jefe y los capitanes de las otras naves se vinieron en chalupas desde Sevilla hasta Sanlúcar y se acabó de avituallar la escuadra. Todas las mañanas se bajaba a tierra para oír la misa en la iglesia de Nuestra Señora de Barrameda (…) Partimos de Sanlúcar el 20 de septiembre (…) y el 26 llegamos a una de las Islas Canarias, llamada Tenerife.”

Gaudia Música en su viaje a Sanlúcar de Barrameda el pasado mes de mayo para iniciar este proyecto musical, tuvimos la suerte de encontrarnos ante la imagen de la virgen a la que posiblemente rezaba Magallanes hace 500 años. Maravilloso ¿verdad?




Hasta aquí la primera etapa del viaje. Dentro de poco publicaremos una nueva entrada sobre esta magnífico viaje. Os dejamos con una obra que está incluida en el proyecto "Música en tiempos de F. Magallanes y J. S. Elcano"se trata de Jesu Rex Admirabilis.




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