16 de septiembre de 2015

Compositores ilustres (XXIII): Ludwig van Beethoven

Terminamos el periodo clásico presentándoos al temperamental, genial y arrebatador Ludwig van Beethoven. Históricamente, se le considera como el último compositor perteneciente a la era clásica y al mismo tiempo como el primero de la era romántica dado que su obra musical evoluciona desde los cánones clásicos hacia un carácter indudablemente apasionado.

La vida de Beethoven es en general la de un hombre en disputa consigo mismo (y en muchas ocasiones también con los demás) y que vivió acontecimientos personales especialmente adversos que le hicieron conocer de primera mano el sufrimiento humano, sufrimiento que sería plasmado en muchas de sus obras. 

Nación en Bonn (Alemania) en 1770. Su padre, Johann van Beethoven, era director de la orquesta de Bonn pero su alcoholismo le llevó a perder el puesto. Se obcecó en la idea de convertir a su hijo en un nuevo Mozart, en un nuevo niño prodigio, enseñándole para ello piano, órgano y clarinete. Su madre, María Magdalena Keverich, con quien Beethoven mantenía mejor relación que con su padre, tuvo siempre una salud muy delicada. De sus otros cinco hermanos sólo dos sobrevirían a la edad adulta.

Beethoven dio su primer concierto con seis años y con once publicó su primera composición. Pronto comenzó a recibir clases de algunos maestros como Neefe, el organista de Bonn, quien le adoptó como su ayudante y le impulsó a ser miembro de la orquesta de la corte. A los diecisiete años parte a Viena para ampliar sus conocimientos musicales aunque no tardaría en regresar para ver el fallecimiento de su madre enferma de tuberculosis.

Entretanto, su padre cayó en una grave depresión y su alcoholismo se exacerbó hasta el punto de ser detenido y encarcelado por este motivo. Beethoven tuvo que hacerse cargo de sus cinco hermanos pequeños para lo cual se vio obligado a impartir clases de música y a tocar en una orquesta. 

Antonio Salieri
De regreso a Viena, Beethoven estudió con músicos como Haydn, Schenk o Antonio Salieri y, según algunas fuentes, conocería a Mozart quien diría de él: “vigílale; algún día el mundo hablará de él”.

Beethoven comenzó a escribir sus primeras obras importantes. Actualmente se le atribuyen la composición de un total de 398 piezas de las cuales, nueve son sinfonías, 31 piezas orquestales, 92 piezas de cámara, 101 obras instrumentales, una ópera, 77 corales y 87 canciones varias.

Entre todas ellas destacan la sinfonía número 9 en donde aparece el famoso tema de la Oda de la Alegría, actual himno de la Unión Europea, el concierto para piano nº 5 Emperador, algunas sonatas para piano como la famosa “Claro de luna” o la “Apasionata”, las célebres sinfonías 5 y 6, la Missa Solemnis…

En 1796, Beethoven percibe un déficit auditivo que va in crescendo. Dicha sordera le llevaría a una gran desesperación y melancolía pues no concebía que un músico pudiera quedarse sordo. Unido a los numerosos desafortunados amoríos que sufrió durante su vida, el músico alemán se plantea el suicidio. Sin embargo, su genialidad le lleva a afrontar su aciago destino y continúa componiendo, descubriendo y explorando nuevas formas musicales.

En sus últimos años de vida, la sordera, que ya era completa, le condujo hacia una amarga soledad y a una mayor introspección pero también a la creación de las obras más importantes de su carrera. Beethoven murió el 26 de marzo de 1827 en Viena a la edad de 56 años a causa de una enfermedad gastrointestinal (algunos análisis médicos realizados en el pasado siglo concluyeron la presencia de una alta cantidad de plomo en los restos del músico). Tres días más tarde se realizaría un multitudinario funeral al que asistirían unas 20.000 personas y en el cual, paradójicamente, sonaría el Réquiem de Mozart.

Beethoven fue uno de los primeros músicos que, al igual que Mozart pero con un poco más de fortuna que éste, consiguió establecer su carrera ajeno al mecenazgo de aristócratas o reyes. Esto le llevó a componer de manera más libre, principalmente, para la clase media que en ese momento comenzaba a florecer. 

Él fue sin duda uno de los músicos más influyentes de su época, tanto en vida como después de su muerte ya que dejó asentadas las bases para el desarrollo de la época romántica. De esta época os hablaremos en las siguientes entradas de “Compositores ilustres”.

A continuación, para disfrute de todos vosotros, os invitamos a escuchar el celebérrimo primer movimiento de la quinta sinfonía.

Beethoven lo compuso en Do menor, tonalidad que solía utilizar en aquellas obras en las que quería imprimir un aire bravo, heroico, tormentoso. Sus primeros cinco compases quizá sean los cinco compases más famosos de la música clásica. Según algunos analistas, en estas ocho notas Beethoven representó el cruel destino que llamaba a su puerta, un destino que acabaría por dejarle completamente sordo (ta ta ta taaaa, ta ta ta taaaa). Un motivo melódico simple y repetitivo en la obra, pero que adquiere una dimensión extraordinaria, convirtiéndose en la clave para entender la composición del genio. Cada vez que suenan esas ocho notas, el alma de Beethoven parece gritar desde el más allá su angustia y sufrimiento.

Aunque la hayáis odio miles de veces, prestad atención como si nunca lo hubierais hecho. Descubriréis cosas nuevas. Descubriréis a Beethoven.




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