18 de julio de 2021

Islas Filipinas: muere Magallanes

Seguimos con la serie de entradas que ilustran la gran aventura de Magallanes y Elcano. En la anterior entrada dejamos a nuestros héroes justo cuando llegan a la isla de Cebú en el archipiélago filipino. En esta entrada vamos a ponernos al día con los últimos acontecimientos los cuales se cumplen en estos días el 500 aniversario.

En la isla de Cebú entablan rápidamente amistad con el rey local y al igual que han estado haciendo hasta ahora termina cristianizando a miles de indígenas. En esta isla se produce un hecho curioso y es que Magallanes regala a la reina de Cebú, tras su conversión, una pequeña talla de madera de un Niño Jesús. 40 años después, cuando los españoles regresaron allí, encontraron la talla y con gran devoción hicieron una procesión. Desde entonces, se celebra en Cebú la fiesta del Santo Niño, o Sinulog, que actualmente congrega a millones de personas cada año.

Talla del Santo Niño
Pero volvamos a nuestra historia. En la isla vecina se encontraba el rey de Mactán, enemigo del rey de Cebú y que se negaba a ser convertido. Magallanes en un alarde de valentía y exceso de confianza le presenta batalla con pocos hombres y minusvalorando a los indígenas. Para desgracia de los expedicionario los indígenas presentan férrea batalla obligándolos a
retroceder. Magallanes muere valientemente defendiendo la retirada de sus hombres, siendo alcanzado por una lanza, y cae allí junto con otros 7 compañeros. Así lo relata Pigafetta en el diario de a bordo:

​Los indígenas (…) se dirigieron todos hacia él, habiéndole uno de ellos acertado un tan gran sablazo en la pierna izquierda que cayó de bruces (…). Así fue como pereció nuestro guía, nuestra lumbrera y nuestro sostén (…). Pero la gloria de Magallanes sobrevivirá a su muerte.





Tras la muerte de Magallanes la tripulación nombra un nuevo comandante, Duarte Barbosa, que para levantar el ánimo a la maltrecha tripulación acepta una comida de desagravio que le ofrece su aliado el rey de Cebú. A pesar de los recelos de la tripulación acude una amplia expedición a tierra y mientras están en el convite son traicionados por el rey y por Enrique (el esclavo de Magallanes) y son pasados a cuchillo. Se calcula que unos 26 hombre murieron en la emboscada, entre ellos Barbosa, si bien algunos hombres consiguieron escapar entre ellos el nuevo comandante la expedición, Carvalho.

Dada la situación los expedicionarios deciden levar anclas y abandonar esas aguas pero antes intentan rescatar varias veces a supervivientes de la emboscada con resultados negativos. Tras arribar a una nueva isla ven que la tripulación se ha visto reducida drásticamente, hasta los 116 hombres, los cuales son insuficientes para navegar con las tres naves que les restan, de modo que deciden quemar la Concepción. Desde aquí ya solo quedan la Trinidad y la Victoria.

El nuevo capitán Carvalho demuestra no saber qué hacer, recorren durante días islas e islas. No se fían de los indios que encuentran, y la situación de escasez de alimento empieza a ser muy preocupante. Entonces oyen de boca de los indios de la riqueza de la cercana Brunéi, en la isla de Borneo, así que deciden acudir a esa isla.

Aquí las narraciones del viaje son un tanto confusas. Al principio son bien tratados en Brunei por el rajá Siripada, pero al poco acaba reteniendo a Elcano, Espinosa (el aguacil) y a otros hombres que habían acudido a verle como embajadores. Los de las naos deciden atacar y tras varias amenazas, una cabeza cortada de por medio, la expedición termina zarpando, quedando allí solo dos hombres.

Lo sucedido en Brunéi no gusta a nadie, y Carvalho es cesado de la capitanía general, que es asumida por Gonzalo Gómez de Espinosa, quien desde la salida de Cebú ya había desempeñado la función de capitán de la nao Victoria. Por su parte, Juan Sebastián Elcano es nombrado capitán de la nao Victoria. Es la hora de Elcano.

Bajo esta nueva organización, el plan es claro, hacer cumplir el propósito de la expedición: buscar sin demora las Molucas. Tras hacerse con 2 guías locales emprenden el rumbo hacia las islas de la Especiería.

Fuentes:     Ruta Elcano
                   La Armada de la Especiería (J. J. González)

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Hasta aquí podemos leer hoy. Dentro de poco publicaremos una nueva entrada sobre esta magnífico viaje. Dado el momento crítico que sufrió la expedición con la muerte de Magallanes os dejamos con una obra muy propicia, Aestimatus sum perteneciente a Responsorios de Tinieblas de Tomás Luis de Victoria.

Este responsorio narra el descenso de los muertos a las más profundas tinieblas y se interpreta el Sábado Santo cuando aún reina la oscuridad y sólo las velas iluminan el interior de la iglesia y éstas se van apagando una a una mientras avanza el oficio.




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