12 de junio de 2021

Navegación en el Pacífico: un mar sin vientos

Ya sabemos que hace mucho que no publicamos una entrada en el blog pero la verdad es que no paramos. Tenemos que dar buenas noticias y es que en los próximos meses vamos a realizar la grabación de un nuevo trabajo. Estamos sumergidos ahora en ensayos intensos, clases de perfeccionamiento de canto, adecuación de textos... Pero los detalles ya os lo contaremos en un próxima entrada.

La entrada de hoy va a versar sobre un paso más de la historia de la vuelta al Mundo que venimos desglosando desde hace meses. Vamos siguiendo la estela de los acontecimientos cuando se cumple 500 años de cada uno de ellos así que en esta entrada narraremos la navegación del Pacífico y la llegada a Filipinas.


Dejamos a nuestros héroes desembocando en el Pacífico tras el descubrimiento del paso que luego se denominó Estrecho de Magallanes. De las 5 naves que habían salido de Sanlúcar ya solo quedaban 3 tras la deserción de la San Antonio y el naufragio de la Santiago.

La travesía del Pacífico (mar del Sur como se conocía entonces), se inicia buscando ganar latitudes más cálidas, poniendo rumbo hacia el nordeste. La expedición se acerca mucho a la costa chilena aunque sin parar continúan viaje para atravesar el Océano. Es importante señalar que la expedición comete un error muy grande al no parar a avituallarse en la costa chilena. Todo se debió a que tenían cálculos erróneos del tamaño del océano y pensaban que iban a encontrar tierra mucho antes de lo que finalmente hicieron.

Debido a la gran cantidad de días navegando sin encontrar tierra y a la perdida de la nao San Antonio, que llevabas gran parte de las reservas, los navegantes sufrieron una elevada escasez de alimento y enfermedades durante su periplo por el océano. El lombardo Antonio Pigafetta lo deja patente en su diario de a bordo:

En el gran mar (…) navegamos durante (…) tres meses y veinte días sin probar ni un alimento freso. El bizcocho que comíamos ya no era pan, sino un polvo mezclado de gusanos (…) y hasta las ratas, tan repelentes para el hombre, habían llegado a ser un alimento tan delicado que se pagaba medio ducado por cada una.

 

Por fortuna, la climatología les resulta muy propicia, con vientos constantes a favor y sin ninguna borrasca, lo que les permitió avanzar a gran velocidad. Aún así, el océano parece no tener fin, se encuentran ante Un horizonte sin fin.

En mitad del Pacífico tienen bastante mala suerte porque solo encuentran dos islotes pequeños en los que les resulta imposible parar hasta que finalmente el 6 de marzo de 1521 encuentran una isla donde esta vez sí pueden desembarcar. Se trata de la hoy conocida como isla de Guam en el archipiélago de las islas Marianas.

La isla resulta estar muy poblada, con isleños que acuden en canoas a las naos, y ante el asombro de los expedicionarios, suben a las naves y se llevan todo cuanto pueden. Los marineros faltos de fuerza por el tiempo sin alimento no podían hacer mucho por evitarlo, incluso les llegaron a robar el esquife de una nave. Tras hacer aguada, coger alimento fresco y reponer sus fuerzas la tripulación recuperó fuerzas y volvió a tierra para recuperar parte de lo robado enfrentándose a los nativos. Tres días después de su llegada la Armada leva anclas dejando atrás la recién bautizada Isla de Los Ladrones.

Los días posteriores los dedican a visitar nuevas islas de un nuevo archipiélago llamado San Lázaro, hoy conocido como islas filipinas, Suluan, Homonhom, Mazava... Allí iban recuperando fuerzas, evangelizando y bautizando a muchos indígenas hasta que a principios de abril llegan a Cebú. Pero esto ya lo dejamos para una siguiente entrega

Dentro de poco llegará el siguiente gran acontecimiento de esta historia, uno que fue cumbre de la expedición. Hasta dentro de poco.


Fuentes:     Ruta Elcano
                   La Armada de la Especiería (J. J. González)

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